El jardín de las delicias de El Bosco expresado en 78 cartas
Gonzalo
López.- Ortega y Gasset. No
hay pintura más
enigmática en la historia del Arte
como la obra de El
Jardín de las Delicias
de El
Bosco.
Un
cuadro delirante,
lleno de fantasía,
delirio erótico,
mensajes
cifrados y
poesía. Su
conexión con el esoterismo, lo
místico y el apocalipsis
es clave
en esta obra que inspiró a Atanas A. Atanassov
a crear
un tarot basado en la obra de
este pintor flamenco.
Este
tarot está centrado en el tríptico, el Jardín de las Delicias.
En él observamos el cuadro, artista el bosco, creado alrededor
del 1503-1515.
El
tríptico abierto está formado por tres escenas. El lado izquierdo
hace referencia al Paraíso, con referencias de la creación de
Adán, Eva y la fuente de la vida. En el lado derecho del tríptico
está representado el Infierno y en la parte central, aparece
reflejada la Humanidad, una humanidad desvivida, llena de placeres
mundanos y lujuria mediante representaciones muy caóticas, que le
dan un toque de fantasía gracias a las tonalidades utilizadas para
ello.
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Tríptico. Jardín de las Delicias. El Bosco. |
El
cuadro
cerrado, es un globo terráqueo, y alude al tercer día de la creación
del Mundo, con la Tierra
dentro
de una esfera
transparente,
símbolo, en
palabras de
Tolnay, de la fragilidad del Universo.
Solo hay formas vegetales y minerales, no hay animales ni personas.Está
pintado en tonos grises, blancos
y negros,
que se corresponde con
un mundo sin Sol
ni
Luna,
pero
a su vez puede ser
una manera
de conseguir un contraste dramático con los
colores
intensos
del interior,
entre un mundo anterior
al
hombre y otro poblado por infinidad de seres.
Tradicionalmente,
la imagen que muestra el tríptico cerrado se ha interpretado como
el tercer
día de la creación.
El
principio y el fin. Y aquí, al cerrarse, se transforma en el número
uno,
en el círculo, donde nos permite vislumbrar la perfección absoluta y, quizá, a
la Santísima
Trinidad.
Esta parte del cuadro inspira
a Atanassov para la creación del arcano
XXI,
el
Mundo,
una
esfera semitransparente que rodea
a
los cuatro evangelistas,
simbología
importantísima
en este arcano.
El
tríptico abierto, en la parte izquierda, nos narra la
creación del Paraíso destacando en el medio de la escena las
figuras de Adán, Eva y, en el centro, Dios, en el momento de la
presentación de la pareja y la bendición de Dios.
En
la escena hay un Drago Canario que simboliza el Árbol de la Vida. La
fuente en el lago representa la vida o los 4 ríos. Asomando por un
hueco de la fuente, se ve una lechuza que encarna la maldad y el
pecado.
Vemos
varias especies de animales, como un elefante que representa la
fuerza y la inteligencia. Junto a Eva, una jirafa, un cisne y un
conejo símbolos de pureza, soberbia y la fecundidad.
El
Bosco nos advierte que, pese a estar en el Paraíso, el pecado
acecha. Es una premonición de lo que se avecina, destacando una
piedra antropomorfa donde se perfila una imagen, que representa al
diablo, y una palmera que simboliza el árbol de la ciencia, del bien
y el mal.
Aquí
tenemos, simbologías
importantes
para describir
los
arcanos del tarot
basado en El
Jardín de las Delicias de
El
Bosco,
por ejemplo DIOS, que Atanassov lo
personifica en
la figura del
Papa,
simbolizando
la fe en
lo justo, no
temer a uno mismo; o
el
10 de copas , simbolizado por una fuente que bien pudiera estar
inspirada en la fuente de la vida la casa y el núcleo
familiar no está.
No
está
limpio de asperezas, pero la unión se mantiene por los sentimientos.
Muchos
de estos animales,
algunos reales otros imaginativos, algunos representados como
monstruos
se irán
dando por todo el tarot, con su simbología.
Este
cuadro tiene una composición
muy equilibrada, siempre con un elemento de agua por
en
medio.
En
la parte central del
tríptico se aprecia el
cortejo
de la seducción. Un
falso paraíso
terrenal, donde la Humanidad
sucumbe al pecado, a la lujuria, dirigiéndose
a la perdición.
Aparecen
todo tipo de personajes,
sexualidades, razas… Todo
parece ser muy divertido, lleno
de gozo y placeres físicos y mundanos.
En
la
parte central de la tabla, cabalgan
jinetes encima de jabalíes, osos, caballos,
leones y
panteras, simbolizando los
pecados capitales,
como la gula, la avaricia,
la ira, la soberbia o la lujuria, muy presente en toda
esta
parte del tríptico.
El
mundo se desquebraja.
Todo
un
derroche de fantasía,
lleno de animales reales y fantásticos,
frutos y plantas… para
decirnos que el
mundo no es lo que parece. Éste
es
el mensaje
que se deja ver aparecer
en las
esferas o burbujas transparentes,
donde se
encierran algunos personajes,
otros atrapados por gigantescos
moluscos,
otros comiendo apetitosas frutas asociadas a lo carnal, al placer,
como
cerezas
moras o
fresas, símbolo
de amor, erotismo o
fertilidad. También
vemos
rosas y peces, simbolizando el pecado de
los excesos.
Esta simbología,
está
representada, entre
otras, en
el arcano del Sol.
Una
pareja multirracial,
el amor verdadero, sin prejuicios,
aparecen
en el
arcano VI
de
los enamorados, representado por la pareja de la burbuja que, en este
caso, no se representa en el arcano simbolizando
el amor puro. Los opuestos se atraen, figuras desnudas,
multirraciales,
hombres, mujeres... todo se entremezcla. Destaca
el color de las figuras casi transparentes casi sin carne, como
representando el alma humana, sin distinguir edades, ni su sexo. Este
mundo entregado al pecado nos lleva directos
al infierno, la parte
derecha del tríptico. La
parte más
dramática y
apocalíptica
representada
con figuras
gigantescas como
el hombre-árbol, carta
del
diablo. En
su interior
se
ve un
burdel
que
sostiene
sus heridas, y
sus
piernas descansan
sobre unas barcas. En
el infierno el agua, protagonista
en el resto de las partes que forman el tríptico,
se convierte en hielo resquebradizo.
A
la
derecha del
cuadro hay
un hombre que
está siendo devorado
por unos perros, aunque este lleve
una
armadura y
en su
mano sostenga
un cáliz.
Es el
castigo por
los sacrilegios
de la humanidad.
El
personaje más
célebre
de toda
la
obra de El
Bosco,
es
la figura que representa un
monstruo azul,
mitad
de
hombre
mitad pájaro y
que está
sentado en un extraño
trono, rodeado
de
seres que
vomitan monedas, símbolo
de la
avaricia.
Una
mujer con un sapo en el pecho es abrazada por un demonio aludiendo a
la lujuria. No
solo los pecados capitales están presente, en
este
jardín tan especial y, en
esa época,
la bebida, los juegos de
azar,
la prostitución,
la homosexualidad… Todo
era prácticamente
castigado,
se ve todo representado destacando
la
crítica
que
hace a
algunos
personajes del
clero, como
en la figura del cerdo
con un
tocado de monja.
Todo
muy histriónico.
Toda una espeluznante quimera
que
Atanassov ha sabido plasmar perfectamente en el tarot de
Lo
Scarabeo.